lunes, 11 de febrero de 2008

Alternativas ideológicas ante el desarrollo

Roberto Gándara Sánchez


El prestigioso sociólogo francés Pierre Bourdieu advirtió que cuando alguien quiera saber algo de economía no le pregunte a un economista. Con esto no pretendía cuestionar la competencia profesional de los economistas, la cual no es mayor ni menor que la de otros campos del saber. Lo que ocurre, explicaba, es que la mayor parte de los economistas se entrenan en ambientes súper-especializados que fomentan el mal hábito de no tomar en cuenta otros factores que, por ciertas desafortunadas convenciones académicas y profesionales, yacen en el ámbito de otras disciplinas. En consecuencia, los economistas en general son tímidos para integrar en sus análisis factores externos, tales como los costos sociales de políticas económicas o las complejas y ubicuas transformaciones culturales. Otro factor negativo es la persistencia de una tradición positivista que ha generalizado la noción de que el análisis económico es por naturaleza técnico y objetivo, ajeno a consideraciones ideológicas o preferencias políticas. Los medios de comunicación, por ejemplo, suelen utilizar los análisis de los economistas como contrapunto de los programas de gobierno y las propuestas políticas, bajo el supuesto de que, por ser profesionales, no están sujetos a preferencias políticas.
La realidad, dice Bourdieu, es lo contrario. No hay análisis relativo al campo social, ni recomendación técnica, ni consideración de política pública “objetiva” que no esté atravesada por consideraciones teóricas e ideológicas.
Por eso, la economía global actual es objeto de amplios debates mundiales que se montan sobre la evaluación de sus estructuras, tendencias, intereses sectoriales, efectos reales, contradicciones y, sobre todo, fundamentos ideológicos. La socióloga canadiense, Naomi Klein, en The Schock Doctrine (2007), resume la enorme influencia del recién fallecido "guru" de la súper-móvil economía global y receptor del Premio Nobel de Economía, Milton Friedman. Klein acusa a Friedman de haber sido el ideólogo principal del movimiento neo-conservador que sirvió de marco teórico para transformar la economía mundial a partir de los años 1970. Entre sus discípulos hay varios presidentes de Estados Unidos y primeros ministros británicos, oligarcas rusos, ministros polacos, dictadores latinoamericanos, secretarios del Partido Comunista chino, directores del Fondo Monetario Internacional y los últimos tres jefes de la Reserva Federal de Estados Unidos. Friedman fue, en otras palabras, el profeta de la doctrina del mercado libre como fundamento organizativo de la actividad económica mundial.
Para él, el mayor impedimento del crecimiento económico yace en el Estado Benefactor, por sus políticas proteccionistas e intervensionistas, por el hábito de sobre-reglamentar las actividades comerciales y financieras, y por sobreproteger a los sectores laborales y de mayor carestía en detrimento de la salud económica. El Estado Benefactor tiende también a actuar unilateralmente al momento de fijar normas sobre asuntos financieros y monetarios, lo que crea asimetrías internacionales nocivas para la estabilidad y el funcionamiento adecuado de la economía mundial. En otras palabras, el mayor enemigo del crecimiento económico hoy es la institución del Estado Benefactor, por lo que urge una estrategia política para su transformación. La función principal del “nuevo” Estado no es el bienestar social sino protegerse de enemigos externos e internos, mantener la ley y el orden, asegurar el cumplimiento de acuerdos privados y fomentar la libre competencia económica. El bienestar social, bajo este esquema, es el resultado natural de las dinámicas del mercado, por lo que las megaburocracias gubernamentales deben ser desmanteladas y los servicios sociales privatizados (educación, salud, vivienda y seguridad social entre otros).
Klein cita un ejemplo relacionado con el Huracán Katrina en Nueva Orleáns. Friedman publicó en el Wall Street Journal una carta proponiendo que se aprovechara la crisis del desastre natural para desmantelar el viejo sistema de educación pública de la ciudad. Sugirió que en vez de reconstruir las escuelas destruidas, el Estado debería otorgar vouchers a familias para que sus hijos asistan a escuelas privadas (Charter Schools). Esa medida no debería ser temporal, sino una reforma permanente del sistema educativo. La idea fue adoptada por la administración Bush-Cheney y en menos de dos años el sistema escolar de Nueva Orleáns había sido privatizado. Las escuelas públicas se redujeron de 123 a 4 y los Charter Schools, aprovechando el sistema de vouchers, aumentaron de 7 a 31. Como resultado, el sindicato de maestros fue deshecho y 4,500 maestros fueron despedidos.
Pero las ideas de Friedman van más allá de la esfera económica, adelantando la hipótesis que luego popularizó Francis Fukuyama, en cuanto a que el mercado libre va de la mano con la democracia. La victoria histórica del capitalismo como sistema económico y la democracia como imaginario político son los dos componentes de un mundo racionalizado que logró superar las antinomias ideológicas. Resulta paradójico que uno de los primeros laboratorios para las teorías de Friedman fuera la dictadura de Pinochet en Chile, la cual suele usarse como un modelo exitoso de recuperación económica. Las políticas económicas de Friedman fueron adoptadas de inmediato, pero el régimen criminal y cleptómano de Pinochet se mantuvo en el poder por más de quince años. Aún así, no hay programa o propuesta del mercado internacional que no resalte el binomio desarrollo-democracia.
Todo observador de la escena económica mundial reconoce el insólito crecimiento y nivel de prosperidad que ha resultado de la implantación de las teorías neo-conservadoras de Milton Friedman, incluyendo el caso de Chile. Hoy, la gran mayoría de los países forman parte de un sistema integrado de libre mercado. Europa Oriental está siendo absorbida por la Unión Europea, mientras Rusia y China se convierten en potencias con fuertes vínculos al capitalismo global.
Pero también se ha levantado una crítica profunda a la economía globalizada en la medida en que se hacen evidentes sus incoherencias y efectos negativos ambientales, sociales y culturales. El Atlas de Le Monde Diplomatique (2006) identifica tres ideas consensuadas en oposición a las políticas neo-conservadoras de la globalización, todas ellas resultado del aumento en los niveles de pobreza y desigualdad, la asimetría territorial del crecimiento y la hegemonía mundial de los países desarrollados. La primera estipula que todos los países del mundo tienen derecho a satisfacer sus necesidades básicas, tales como educación, salud, vivienda, higiene y democracia, lo cual requiere un periodo de crecimiento económico. En segundo lugar, este crecimiento no puede ser eterno y hay que distinguir las producciones que hay que aumentar de aquellas que deben disminuir de inmediato (sobre todo en los países más ricos). La tercera idea es que hay que elaborar una nueva noción de riqueza, para privilegiar la disminución del tiempo de trabajo frente a la fuga hacia adelante del consumo, los valores de uso frente a los valores comerciales, la ampliación de la esfera pública frente a la esfera privada y el dominio colectivo de los bienes públicos mundiales (recursos y conocimiento), frente a la privatización”. Esta vía se opone en todos los puntos a la actual tendencia de liberalización.
Se ha dado también una crítica profunda de la “nueva” economía. Zygmunt Bauman, pensador polaco radicado en el Reino Unido (profesor emeritus en la Universidad de Leeds), le llama al proyecto neo-liberal de la globalización la economía política de la incertidumbre. Según Bauman, se escucha hoy por todas partes un lamento general deplorando la proliferación de actitudes nihilistas y cínicas. Se condena que hombres y mujeres muestren preferencia por el corto plazo, carezcan de planes de vida y se abandonen a la banalidad y egoísmo de deseos hedonistas, sobre todo del consumo, sin considerar consecuencias personales y colectivas. Los críticos de esta expansiva decadencia moral, añade Bauman, olvidan que se trata de respuestas razonables ante las circunstancias reales de un mundo incierto de relaciones económicas en el cual el futuro se percibe más como una amenaza, que como una tierra prometida.
La hegemónica economía política de la incertidumbre, escribe el pensador polaco, es un conjunto de reglas, presentadas como ineludibles, impuestas por el gran capital financiero extraterritorial sobre las autoridades políticas nacionales. En términos de flujos de capital de inversión, el debilitamiento de las restricciones nacionales data del rompimiento de los acuerdos monetarios de Bretton Woods tras la crisis de petróleo de 1973, cuando las grandes empresas multinacionales se rediseñaron para satisfacer a una nueva clientela de inversores que aspiraban más a la ganancia en bolsa a corto plazo que al beneficio de dividendos a largo plazo. Bauman indica que esos nuevos principios organizadores del capital de inversión están claramente expresados en la propuesta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) para un Acuerdo Multilateral sobre Inversión (AMI). En ella se restringe la capacidad de los Estados Nacionales de imponer limitaciones al movimiento global del capital. Esos principios, en palabras de Bauman: “son simples y mayormente negativos en tanto proponen desmantelar las instituciones del Estado-Benefactor, evitando que se reemplacen las reglamentaciones ya derogadas por unas nuevas".
La economía política de la incertidumbre impone, como proponía Milton Friedman, la desarticulación de instituciones protectoras y el debilitamiento de asociaciones de sociedad civil que pretenden limitar la expansión del capital depredador. Su objetivo es proveerle a las instituciones financieras supranacionales un campo de acción sans frontières. El efecto de esta degradación institucional, en tanto desvanece las protecciones sociales tradicionalmente asociadas al Estado, representa una condición duradera de incertidumbre que reemplaza los vínculos de identidad ciudadana moderna de largo plazo como garantes de legitimidad, reemplazándolos con un nuevo poder hegemónico de mercado extra-territorial; es decir, supranacional y global. El sociólogo estadounidense Richard Sennett añade, en La cultura del nuevo capitalismo (2006), que desprenderse de las responsabilidades por las consecuencias sociales de las actividades económicas es la ventaja más codiciada y apreciada que la nueva movilidad otorga al capital flotante, libre de ataduras; al calcular la efectividad de la inversión, ya no es necesario tomar en cuenta el coste de afrontar las consecuencias. Bajo este nuevo orden, se espera que el ciudadano se oriente a corto plazo, desconfíe del “oficio” como garantía de seguridad de empleo, desvalore las experiencias del pasado e improvise el curso de su vida mediante el hábito de reciclar empleos cada ocho o doce años.
El debate mundial actual pone sobre la mesa la idea de que el mundo que nos ha tocado vivir (como todos los demás) es un estado temporal de la humanidad. Y como producto de la historia, no empece el reclamo de Fukuyama, está destinado a ser transformado. Debemos recordar, como dice Bauman, que lejos de responder a leyes naturales, el mundo de hoy incorpora y se nutre de intereses y nociones ideológicas que son, por naturaleza, transitorios.

Profundas diferencias Norte-Sur

Servicio de IPS

El Foro Mundial de Inversión, organizado el 10 de octubre de 1996 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), demostró claramente las profundas diferencias entre los países del Norte y el Sur en torno al concepto y utilidad de un acuerdo multilateral para normas de inversión.

Propuesta del Norte
Los funcionarios de los países del Norte, la Secretaría de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y representantes de empresas trasnacionales del Norte, argumentaron que el proceso de globalización debe ser facilitado por un tratado multilateral de inversión en la Organización Mundial de Comercio (OMC) o en la OCDE que luego estaría abierto para su firma por otros países. (ver pág. 19)

Oposición del Sur
Varios ministros, diplomáticos y organizaciones no gubernamentales (ONG) de los países en desarrollo, expresaron sus sospechas por las motivaciones del Norte y manifestaron claramente su oposición a cualquiera de los dos tratados multilaterales de inversión por considerarlos instrumentos de las compañías globales y una vuelta a una dominación de tipo colonial de sus economías.
En la sesión final, India e Indonesia se opusieron a tan siquiera discutir o estudiar el tema de un tratado multilateral de inversión en la OMC. Un proceso de estudio de ese tipo en la OMC es “totalmente inaceptable e inapropiado”, dijo Indonesia. India señaló que la UNCTAD ha sido encomendada ahora a estudiar el tema, incluso desde una perspectiva del desarrollo, y la “duplicación” en la OMC marginaría el proceso de la UNCTAD. Añadió que la OCDE puede negociar lo que quiera, pero de ninguna manera podrá "multilateralizarlo" sin el consentimiento del mundo en desarrollo. Un ministro africano calificó de “engañosos” los argumentos del Norte en favor de un tratado multilateral de inversión, y otro recordó que los anteriores intentos de “multilateralizar” el mundo (en los siglos XVIII y XIX) condujeron a la destrucción poblacional y de recursos en África.
Sólo uno de los países en desarrollo, Madagascar, estuvo a favor de adoptar un tratado multilateral de inversión en la OMC, basado en los derechos de establecimiento y trato nacional para empresas externas, el principio de nación más favorecida (n.m.f) y el sistema de solución de diferencias de la OMC. Su ministro de Comercio consideraba que un tratado de ese tipo aumentaría los flujos de inversión y evitaría a Madagascar tener que mantener negociaciones bilaterales.
De los países en desarrollo, India, Indonesia, Uganda, Egipto, China, Bangladesh, Zambia y Ghana o bien se manifestaron en contra o bien exhortaron a manejarse con gran cautela y pidieron más tiempo antes de empezar a discutir sobre normas multilaterales. También se pronunciaron a favor de que, en caso de que hubiera discusiones, éstas se desarrollaran en la UNCTAD. Para algunos participantes, la amplia oposición a un tratado multilateral de inversión y las sospechas en torno al mismo fue una gran sorpresa, en especial para los representantes de los medios de prensa y organizadores del Foro. Durante varios meses, el director general de la OMC, Renato Ruggiero, y algunos países del Norte habían dado la impresión de que se había llegado a un consenso para discutir el tema de “comercio e inversión” entre todos los miembros de la OMC.
A medida que la oposición a un tratado multilateral de inversión se tornó cada vez más evidente en el Foro Mundial, John Weekes de la OCDE intentó asegurar a los países en desarrollo que no había un modelo de tratado multilateral de inversión predeterminado y que sus opiniones podían ser incorporadas al mismo. Un documento no oficial de la OMC, auspiciado por Canadá, que proponía un programa de trabajo en materia de inversión abarcaría temas como el papel del desarrollo. Los temores sobre el tratado no estaban, pues, justificados y las discusiones se realizarían tanto en la UNCTAD como en la OMC.
No obstante, declaraciones de otros países del Norte y entidades con sede en el Norte (entre ellos Estados Unidos, Japón, la Unión Europea, la OCDE y la Cámara Internacional de Comercio) demostraron que ya tenían un modelo claramente definido de los objetivos, metas, alcance y forma del tratado (Acuerdo Multilateral de Inversión o AMI). El marco multilateral de inversión que concibieron apunta a asegurar a las trasnacionales derecho de ingresar y establecerse en los países que escojan, en casi todos los sectores, y obtener trato nacional y absoluta libertad de repatriación de capital y ganancias. A medida que este modelo de tratado se fue aclarando, nuevos países en desarrollo expresaron su oposición.
Inversión Externa Directa (IED)
Los organizadores del Foro Mundial habían organizado una primera sesión especial sobre “perspectivas comerciales”, para permitir a la Cámara Internacional de Comercio hablar sobre la importancia de la Inversión Externa Directa (IED) y la necesidad de un tratado multilateral de inversión que permita el crecimiento continuo en todos los tipos de inversiones externas.
La Cámara Internacional de Comercio señaló que las distinciones que se han hecho en el pasado sobre los diversos tipos de inversión ya no son válidas, y que la IED y las inversiones de cartera deberían entrar dentro del ámbito de un acuerdo multilateral. Argumentó que es necesario garantizar el derecho de inversión, trato nacional, repatriación de ganancias y de capital y que no debe haber restricciones de parte del país receptor sobre la transferencia de tecnologías. Tal parece que los representantes de la Cámara Internacional de Comercio reclamaban un estatus superior al de los Estados. El hecho de que los dos discursos de sus representantes fueran los únicos del Foro que se pronunciaron desde una tribuna especial al costado del podio, sugirió que los organizadores coincidían con esa opinión.
Durante la primera sesión sobre “tendencias y políticas de la IED”, se le hizo una pregunta a los representantes del capital en cuanto a los criterio determinantes para los flujos de IED: ¿Por qué dos tercios del total de IED van para los países de la OCDE y el resto a unos pocos países en desarrollo? John Koo, presidente de LG Electronics, de Corea del Sur, dijo que los factores más importantes para los inversores son un gran mercado, el potencial de crecimiento de éste y la capacidad de la empresa de ser competitiva en ese marco. Peter Brabeck, vicepresidente de Nestlé, subrayó la importancia de las marcas y la mercadotecnia. Un atractivo sería que las empresas fueran liberadas de las restricciones impuestas a la comercialización, como por ejemplo la aplicación del Código de Conducta sobre la propaganda de alimentos infantiles sucedáneos de la leche materna.
Ministros y funcionarios de varios países en desarrollo aprovecharon la primera sesión para describir sus esfuerzos por aumentar el atractivo de sus países ante los inversores externos, incluida la estabilidad política y económica y los avances en materia de transporte e infraestructura energética. Algunos de ellos dijeron después que eso había sido lo que los organizadores les habían aconsejado que dijeran, en lugar de abordar los argumentos en pro y en contra de la IED para el desarrollo. Pero una representante de Irlanda señaló que de acuerdo a la experiencia de su país, hay una “absoluta necesidad” de establecer vínculos entre inversores nacionales y externos, y que los gobiernos deben fomentarlos en forma “muy activa”. Expresó que, por supuesto, existen efectos negativos en las inversiones externas, tales como la repatriación de ganancias y la transferencia de precios. El país receptor también resulta más vulnerable, en la medida que puede tomarse una decisión en el exterior que tenga “efectos devastadores” sobre la economía del país en que se invirtió como, por ejemplo, la reducción de puestos de trabajo. Ese riesgo también existe en la inversión nacional, aunque en escala menor.
Bill Jordan, secretario general de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres, dijo que era equivocado considerar un éxito el aumento de la IED y aseguró que la tendencia actual está “peligrosamente desequilibrada”. Los informes de la UNCTAD demostraron que 100 países pobres recibieron sólo 1% de la IED, mientras que China recibió $38,000 millones y a África fueron tan sólo $5,000 millones. Además, sólo un cuarto de la IED fue inversión productiva. Tres cuartas partes fueron en fusiones y adquisiciones, para que las empresas aumentaran su “poder”. Si bien la IED ha estado creciendo en los países en desarrollo, la pobreza lo ha hecho a un ritmo mucho más acelerado. Jordan pidió un tratado multilateral de inversión que incluya condiciones sobre normas laborales y derechos humanos. “Una cláusula social no proteccionista conducirá a un marco de inversión con un campo de acción nivelado”, expresó.

Costos y beneficios de la IED, según Martin Khor.
Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo (TWN, por sus siglas en inglés), abordó el tema de los costos y beneficios de la IED. Dijo que se suponía que fuese un tema crucial del grupo, por lo cual fue discutido en cuatro documentos distribuidos por la Red del Tercer Mundo en el Foro. Un documento presentado por el economista malasio, Ghazali bin Atan, en un seminario sobre “La OMC y los países en desarrollo” había demostrado que si bien la IED trajo muchos beneficios, también tuvo altos costos. El estudio demostró que la IED provocó mayor consumo y por lo tanto redujo la tasa de ahorro de la economía local.
También la IED podría tener efectos negativos en la balanza de pago. En el sector financiero, por ejemplo, la repatriación de ganancias y de otros ingresos de la inversión ha sido mayor que el ingreso de capital. Esto provoca un “efecto de descapitalización” que podría ser aún más grave que la deuda, porque la tasa de retorno sobre la inversión (normalmente 20% o más) ha sido mucho más elevada que la tasa de interés sobre los préstamos externos.
En el sector comercial, los inversores externos también tuvieron una elevada demanda de importaciones de bienes de capital. Los mayores ingresos por exportaciones de la IED y de otros ahorros en las importaciones podrían ser insuficientes para compensar un efecto comercial negativo. Es necesario, para proteger la balanza de pagos, que los gobiernos sean concientes de los riesgos potenciales de la IED y que adopten medidas enérgicas para aumentar los beneficios y reducir sus costos. Con un tratado multilateral de inversión, esas medidas no serían posibles.
Khor añadió que es necesario regular la IED cuando los desequilibrios de la propiedad de capital puedan causar inestabilidad política. Relató la experiencia de Malasia, donde 13 años después de la independencia los externos todavía son propietarios de 70% del capital mientras que la mayoría de la comunidad malaya tiene sólo 1% y otros ciudadanos 20%. Khor subrayó la importancia de que los gobiernos conserven en su poder instrumentos y opciones políticas para regular las inversiones externas; que un tratado multilateral de inversión eliminaría esos poderes, provocando inestabilidad política y social, y amenazando así las perspectivas de desarrollo.
Egipto dijo que la IED es importante, pero debe darse prioridad al capital nacional para la inversión. Si los inversores externos pretenden tener derecho a recibir un trato nacional, deben asumir obligaciones y ofrecer ciertas garantías para que no ocurran fugas repentinas de capital, como ocurrió en México. Los representantes de México dijeron que la IED es sólo un elemento que podría agregarse a los ahorros locales en la movilización de los recursos de inversión, y que la IED no es una panacea. Además, los ahorros externos (utilizados para apoyar los ahorros nacionales) deberían ser en la forma de inversión directa y no indirecta.
El profesor Sanjay Lall, de la Universidad de Oxford, quien fungió de consultor en la sesión, dijo que los flujos de capital a la OCDE volvieron a aumentar, pero sólo unos pocos países en desarrollo han recibido IED.
En resumen: la IED no va a los países que la necesitan sino a países que tienen atractivos tales como un gran mercado y estabilidad política y económica. Entre los elementos determinantes de los flujos a largo plazo figuran una buena infraestructura física, capacidad técnica y una buena base de abastecimiento de componentes y capacitación.

Principi


os del Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI)
Principios del Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI)

1. Garantizar el derecho de inversión
2. Establecer normas supranacionales sobre los gobiernos
3. Absoluta libertad de repatriación de ganancias y capital
4. Obligatoriedad por parte de los gobiernos
5. Ilimitadas transferencias de tecnología
6. Normas uniformes para la expropiación
7. Trato nacional a la inversión externa


Inversión Externa Directa (IED)

Costos
1. Precios de transferencia
2. Desplazamientos
3. Repatriación de ganancias

Beneficios
1. Movilización de capital local (eslabonamientos)
2. Transferencia de tecnología y conocimiento
3. Penetración en otros mercados (exportación)